Se trata de una canoa isleña Cacho Lancha 650. Su inventor, diseñador y constructor, Vicente “Cacho” Hilt.
El astillero Cacho Lancha estaba en Tigre y ahora se llama Astillero SASA y está en Gualeguay, Entre Ríos.
Originalmente era una canoa isleña doble proa, de 6,50 mts. de eslora, 1,50 mts. de manga y 0,52 mts. de puntal. Los años de fabricación de este modelo son del 75 al 85. Se estima que tiene que ser de la década del ´70 por la falta de asientos estancos. Esta canoa no se fabrica más ya que fue reemplazada por una versión 670x172x52, y luego por un “confuso episodio/despelote” con prefectura fue reemplazada por la 650x172x52 con estabilizadores y espejo de popa. Se repite mucho la frase y creo que me la volvieron a decir al momento de comprarla “esta canoa isleña plástica es la “F-100 del agua”. 😉
En ese momento andaba en Pagliettini Bambi y también en un tracker prestado. Pero no me servían, ya que aunque es un casco plano, se queda tirado en el barro cuando hay poca agua. Era el sueño del pibe pero nunca llegué a la Canoa Isleña SASA cero kilómetro. Averigüé mucho por mi zona y todos pedían boludeces por las usadas. En usadas también miré mucho unas canoas que se llamaban “Pepona”, “Leticia” y “FiberGlass”.
Hasta que apareció una publicación en Facebook del Delta de San Fernando. Las fotos eran bastante engañosas, borrosas, muy pequeñas. Incluso creí que era una SASA de las más nuevas. En el viaje para ir a verla, me bajé en algunas islas a ver otras canoas y estaban destruídas, y la plata era la misma. 😉 Creo que la pagué U$S 50 dólares. La canoa estaba mucho mejor de lo que pensaba, o por lo menos eso parecía. Estaba medio enterrada en el jardín y con un poco de agua. Le pregunté si flotaba y me dijo que sí. 😉 La vaciamos y la tiramos por la costa deslizándola, parecía que flotaba. Se subió él y le puso 2 bidones de agua en la popa, me dijo que así podía llevarla mucho mejor a remolque. La llevé a remolque unos 15 km. por el Paraná y parecía que estaba todo bárbaro. Cuando llego al arroyo mío, me bajo de la lancha y me subo a la canoa con un remo para amarrarla e inmediatamente se empieza a hundir. 😉 Por suerte el río estaba crecido, así que pegué un salto y pude sacarla del agua en el momento. Estuve un año entero haciéndole cambios y volvió al agua con motor de 40 hp. Era una nave espacial. Creo que llegaba a los 40 km/h. Después la anduve un tiempo a surubí de 13 hp y la verdad que casi llega a 20 km/h. Costaba doblar pero muy linda velocidad. Después un tiempo a surubí de 6.5 hp, ahi ya es velocidad crucero de 6.5 nudos.
La anécdota con la prefe cuenta que en el año Macriísta de 2018, nos tocó un prefecto zonal bastante bravo y empezó a “pedir boludeces” para navegar. Ese prefecto me dejó a pata y tuve que volver al surubí. (motorización “tipo isleña”).